sábado, 19 de noviembre de 2011

Hoja de Vida

Profesión -preguntó la doctora- Al otro lado de la mesa, Martina sentía cómo la transparencia de su rostro hervía y detonaba en un rojo intenso. Por unos segundos, sus pequeños dedos se paralizaron. -Autodidacta- respondió. La doctora frunció el seño. ¿Experiencia? Martina se mantuvo en silencio. Lo único que se escuchó por unos segundos fue el ruido del aguacero que caía en Quito. -Por lo que veo usted nunca ha estado en una tormenta, en una granizada, o en  una lluvia cualquiera, de esas que abundan en la ciudad-. Martina no soportó más, se levantó y salió corriendo. Desde ese día, odia las entrevistas de trabajo. Tiene claro que para una gota que ha dedicado su vida al estudio del diluvio universal y a la lectura de los cuentos de Cortázar, será siempre complicado tener la oportunidad de convertirse en ¡plaf!, en nada…

viernes, 14 de octubre de 2011

La Familia

-Sí, yo tengo dos papás- La señora abrió los ojos como búho en medio de la noche, su mirada inquisidora traspasó la piel y los huesos de Antonio. Su abuela lo tomó de la mano, lo sacó de la zapatería- cómo dice esas cosas mijito, no ve que las vecinas van a pensar que su mamá tiene dos maridos- A la edad de siete años, Antonio tenía dos papás; uno era su abuelo Carlos, el esposo de su abuela Manuela; el otro  era Guillermo, uno de los tíos de su mamá.
En la escuela cuando la maestra pedía a los niños dibujar a su familia, a Antonio le hacía falta el papel. Sus dibujos tenían que ser pequeños, sencillos para que su bisabuela, abuela, abuelo, tío, tía, mamá, hermana, primos, perros y todos los que llenaban su casa de lunes a domingo pudieran entrar. Antonio no sabía que era una familia nuclear, el concepto creado apenas doscientos años atrás con el nacimiento del capitalismo, en donde una familia tenía que estar formada por un padre una madre y sus respectivos hijos, le era totalmente ajeno.
Con el tiempo su familia fue mutando, cambiando de colores y formas. Mientras unos llegaban otros se iban. A muy corta edad Antonio tomó conciencia de dos cosas fundamentales; que siempre le faltarían hojas para dibujar a toda su familia, porque para él, como para muchas otras personas, la familia no tenía  que ver sólo con los lazos consanguíneos; y que siempre habría señoras con los ojos como búhos y miradas inquisidoras…

viernes, 30 de septiembre de 2011

El ruido de las cosas al caer...

    Era el frío del sepulcro, era el frío de la muerte, Era el frío de la nada…José Asunción Silva (Nocturno)
                           
Existen hechos y acontecimientos que, sin conocerlos, marcan nuestras vidas, nos constituyen y estructuran. Muchos de estos se encuentran en nuestro pasado, en el pasado de nuestros padres, de nuestros abuelos, y en el de los padres de estos.  Sucesos que pueden marcar a generaciones enteras, dibujarlas y tamizarlas.
El escritor checo Milan Kundera sostenía que dentro de la narrativa de ficción lo importante era explorar la dimensión histórica del ser humano. Conocer y reflexionar acerca de las nimiedades del mundo de una mujer o de un hombre, nos ayuda a conocer y reflexionar acerca de una sociedad.
Vásquez nos propone realizar este ejercicio, a partir de la vida de personajes que pertenecen a la generación que nació y creció con el auge del narcotráfico en Colombia. Bajo la influencia de Philip Roth, escritor norteamericano de origen judío, quién a lo largo de su obra se interesó en la autocomprensión de sus  personajes, el autor de El ruido de las cosas al caer nos lleva de la mano de Maya Fritts y Antonio Yammara a una Colombia que va más allá de personajes como, Jorge Eliécer Gaitán, Rodrigo Lara Bonilla, Luis Carlos Galán, o Pablo Escobar Gaviria.
En esta obra el miedo y la frustración, que en muchos pasajes de la literatura colombiana contemporánea se estancan en lo banal y superfluo, se matizan y permean con el miedo personal, ese miedo íntimo, como el que muchos tuvimos de pequeños por la oscuridad, el miedo a dormir solos a despertar solos, el miedo no a la muerte de uno sino del cercano a uno.
Vecina del miedo, la frustración, es otro de los elementos que habitan a los personajes de la novela. La frustración por el encuentro que nunca se dio, por la conversación fallida, por la intimidad truncada. Por dejar morir al último de los Hipopótamos del zoológico, al que los niños de aquella generación escapaban los fines de semana. Como sostiene Juan Gabriel Vázquez uno no debe olvidar la circunstancia un poco obvia de que toda novela es, entre otras cosas, una transposición verbal de la experiencia...

jueves, 25 de agosto de 2011

Ipanema

La sombra de una palmera evitó su deceso. El sol quemaba las cabezas y doraba los cuerpos en la playa de Ipanema. Hace días que el frío de Quito lo despidió a la entrada del aeropuerto Mariscal Sucre. Manuela jamás se enteró de que dejó la ciudad. En medio de la arena recordó la delicadeza de sus manos cuando ella lo recorría. Un cangrejo viejo y malhumorado lo empujó a su paso. Con el pasar de los días Manuela perdía las esperanzas de volverlo a ver. Era la primera vez que perdía uno de sus libros...

jueves, 18 de agosto de 2011

Viejos oficios

Joaquín no era de los que renegaba  que la virgen del Panecillo le dé la espalda, de que el estadio más cercano sea el del Aucas, de que por la distancia no pueda ir a la Zona y tenga que farrear en la Michelena, o de que las chicas más bonitas del colegio vivan lejos y crean que el sur es uno de los valles que rodean a Quito. Nada de eso… Joaquín renegaba porque eran las 22:00 y su madre tenía que salir al trabajo…

lunes, 8 de agosto de 2011

Quitosaurios

El ruido de los patrulleros, las sirenas de las ambulancias y del 911 terminaron con su sueño. Los noticieros informaban alarmados la noticia, las vecinas murmuraban en la calle. Violeta no entendía nada. Salió como siempre atrasada a la universidad, miro hacia el occidente, las piernas le temblaron. Las montañas del Pichincha habían desaparecido. Enseguida se recordó a los 7 años con trenzas y cerquillo, en ese tiempo imaginaba que el Guagua y el Ruco eran unos dinosaurios gigantes y  que su madre nunca había viajado a España.

jueves, 4 de agosto de 2011

Parte Meteorológico

Julio salió temprano de  casa. Abrigado y con paraguas en mano, su sombra lo siguió apresurado. Al medio día la ciudad era un carnaval. Julio caminaba distraído por la avenida Patria mientras su sombra se refrescaba del inclemente sol con un helado de paila. Antes de que los burócratas salgan de las oficinas, las gotas  de lluvia tejían recuerdos en el pavimento. Julio se estancó en el tráfico, su sombra se tomaba un café para mitigar el frío. Por la noche, la ciudad se sumergió en la neblina. Julio no encontró el camino a casa, su sombra desapareció…
                                  

miércoles, 13 de julio de 2011

Lata de sardinas...

Hace mucho que las sardinas dejaron de poblar las costas. Ahora transitan por la ciudad. Sus técnicas de movilización son de los más variadas; unas nadan en brazadas dobles, otras más estilizadas utilizan el estilo mariposa, yo nado a lo criollo; empujón, patada, codazo. Al final nuestro destino es el mismo: llegar a la terminal de autobuses, formar nuestro cardumen y tomar la siguiente lata de sardinas....