El ruido de los patrulleros, las sirenas de las ambulancias y del 911 terminaron con su sueño. Los noticieros informaban alarmados la noticia, las vecinas murmuraban en la calle. Violeta no entendía nada. Salió como siempre atrasada a la universidad, miro hacia el occidente, las piernas le temblaron. Las montañas del Pichincha habían desaparecido. Enseguida se recordó a los 7 años con trenzas y cerquillo, en ese tiempo imaginaba que el Guagua y el Ruco eran unos dinosaurios gigantes y que su madre nunca había viajado a España.
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